CENTRO DE HISTORIA
DE JERICÓ

EN EL CENTRO DE HISTORIA, SE RECOPILA Y CONSERVA LA HISTORIA ESCRITA SOBRE JERICO.
ALGO DE PREHISTORIA
Hace millones de años las tierras del suroeste antioqueño estaban en proceso de formación, denominado por el geólogo alemán Emil Grosse como: “Terrenos volcánicos antiguos, caracterizados por numerosos pliegues y gargantas”. Durante años, la zona estuvo habitada por la tribu Chamí, perteneciente a la familia Caribe, del grupo Chocó-Emberá. Vivían bajo la autoridad de un cacique, en pequeños asentamientos formados por bohíos altos de forma cónica. No hay claridad sobre su extinción; sin embargo, se cree que los cambios climáticos y la aparición de plagas y enfermedades obligaron a su desplazamiento a otras regiones.
DESCUBRIMIENTO
Debido a la resistencia de los indígenas, los territorios del suroeste antioqueño solo fueron integrados al dominio español hacia 1538, cuando atraídos por las posibles riquezas, los españoles Juan Badillo y Francisco César, acompañados de 400 hombres, entre los que se encontraban indígenas, negros y blancos, recorrieron la cordillera Occidental hasta el río Cauca, y acamparon en territorios hoy ocupados por Andes y Jericó, en un lugar que denominaron “Cori”, por los indígenas encontrados, que se hacían llamar así. Posteriormente tomaron Caramanta, en donde se establecieron por 20 días para brindar reposo y recuperación a los enfermos. Se ha dicho que allí tuvo origen el mestizaje antioqueño. “Era el mes de mayo de 1540 cuando Badillo descubre el territorio jericoano, donde 311 años más tarde tendría vida oficial la Aldea de Piedras”.
COLONIZACIÓN Y FUNDACIÓN…
Corría el año de 1825, cuando once caballeros propusieron al gobierno de la provincia de Antioquia comprar los terrenos baldíos de casi la totalidad del suroeste. La respuesta se obtuvo en 1835, en beneficio de cuatro de los sobrevivientes: Gabriel Echeverri y sus socios, Juan Santamaría Isaza, Alejo Santamaría y Juan Uribe Mondragón. Las tierras cedidas, comprendían toda la región del río San Juan hasta su desembocadura en el río Cauca, se denominaron "Concesión Echeverri" convirtiéndose finalmente en propiedad de los señores Gabriel Echeverri, quien fuera Alcalde de Medellín, Juan Uribe Mondragón y Juan Santamaría, padre del fundador de Jericó.
La gran montaña donde se encuentran Jericó, Pueblorrico y Tarso le correspondió a Juan Santamaría Isaza, quien la heredó a su hijo Santiago Santamaría y Bermúdez. Este, a su vez, en compañía de su esposa, doña Quiteria Escobar Fernández, y algunos hombres, emprendieron el arduo proceso de colonización, desafiando climas extremos, plagas y animales salvajes. A pesar de que no se conoce con precisión la fecha de esta expedición, se sabe que llevaban consigo un cuadro de la Virgen de Las Mercedes, y que después de llegar a Fredonia bajaron hasta el río Cauca, el cual cruzaron a nado para tomar la desembocadura del río Piedras. Después de un largo y penosos ascenso llegaron al sitio conocido como “Roblecabildo”, hoy ocupado por el corregimiento Palocabildo, pero el lugar fue descartado, por pendiente y angosto, y continuaron la marcha hasta una explanada que desde allí habían divisado. Ahí, luego de despejar una buena porción de selva, levantaron las primeras casas con techo de paja, y Santamaría comenzó a traer gente de otras regiones, pero favoreciendo familias trabajadoras, a las que dotaba de herramientas y una fracción de terreno, y al cabo de poco tiempo ya contaba con cerca de 200 personas. Para este momento, y merced a la infatigable acción del patrono, a su constante estímulo, generosidad, afán de progreso y sentido de justicia, se determinó que en Cabildo Abierto, como se denominó el lugar, tendría su sede una nueva población.




Llegaron diversos apellidos de distintas regiones, como Escobar y Mesa, de Fredonia; Ramírez, de Abejorral; Vallejo y Abad, de El Retiro; Velásquez y Correa, de Caldas e Itagüí; Gómez y Zuluaga, de Marinilla; Henao y Martínez, de Guarne, y también Restrepo, Montoya y Uribe, y varias familias de Envigado, Amagá y Medellín. Estas primeras gentes, provenientes de las más notables estirpes antioqueñas y para gloria del municipio, sembrarían las semillas de la cultura, el civismo, el trabajo y la prosperidad para la futura ciudad de Jericó.Inmediatamente comenzaron a construirse caminos, que comunicarían a la “Aldea” con Fredonia, para continuar hasta Medellín. “Allí, en aquel exuberante paisaje de la cordillera Occidental, donde los bálsamos de las orquídeas se mezclaban con los almíbares de la flor del guayacán, donde los cominos y robles centenarios no parecían terminar, nace Jericó...”.
Aunque no se ha establecido con certeza la fecha de fundación, el Concejo Municipal de Jericó, por Acuerdo 13 del 9 de septiembre de 1990, reconoce oficialmente la fecha del 28 de septiembre de 1850, en la cual, por una ordenanza de la Cámara Provincial de Antioquia, se crea “La Aldea de Piedras”, con una extensión de 397 km2, que incluían las tierras de Pueblorrico y Tarso. Además, por un documento del 9 de octubre del mismo año, el obispo de Antioquia, Gómez Plata, otorga el permiso para la construcción de una capilla en la naciente “La Aldea”, que para ese momento, según testimonio de Santamaría, contaba con “casi 1.000 almas”. Entre los meses de junio y julio de 1851 se dio por concluida la construcción del templo de techo de paja.
En 1852, el ingeniero alemán Carlos S. de Greiff realiza el trazado de la plaza y las primeras calles, y el 11 de abril del mismo año, el padre Telésforo Montoya, cura de Caramanta, celebra la primera misa. Por la Ordenanza 11 del 9 de octubre de 1852, la Cámara Provincial de Medellín le otorga la categoría de Distrito, y cambia su nombre por “Felicina”, como homenaje al doctor José Félix Restrepo, denominación que es modificada por “Distrito Parroquial de Jericó”, en 1853, por la Ordenanza 15 del 13 de diciembre, y toma posesión como primer alcalde don Antonio Agudelo. Para el 5 de noviembre de 1875 llega el presbítero Ramón N. Cadavid, nombrado como cura excusador, quien más tarde, por sus numerosas realizaciones, fue reconocido como el “Fundador del Progreso”.
A partir de ese momento, la voluntad y la pujanza de los habitantes se empiezan a traducir en progreso y desarrollo sin par. En 1876, Recaredo de Villa, gobernador del Estado Soberano de Antioquia, por medio del Decreto 17 del 28 de febrero, ordena la construcción de la línea telegráfica del suroeste, que parte de Medellín y termina en Jericó. El día 17 de julio se inaugura la oficina del telégrafo, y su primer operador fue el telegrafista Luis María Arango. Un año después, el Estado de Antioquia dispuso, por la Ley 50 del 5 de diciembre, la demarcación y división del Estado en nueve territorios; Jericó fue la capital del número 4, o territorio del suroeste, compuesto por Andes, Bolívar, Nueva Caramanta, Támesis y Valparaíso. Esta nueva situación generó un fortalecimiento en la economía de la pequeña industria y en una sustancial mejoría en las vías de comunicación.En la década de los ochenta surge la necesidad de construir un puente sobre el río Cauca, para lo cual fue contratado el ingeniero José María Villa Villa, quien elaboró los planos del que sería puente Iglesias, obra que, con un costo de $50.000.00, funcionó hasta 1961, cuando fue demolido y reemplazado por el actual.
El 05 de mayo de 1873 se bendijo la primera piedra, y se inició la construcción de la antigua catedral, la cual, luego de grandes esfuerzos de toda la ciudadanía, fue consagrada por el padre Ramón N. Cadavid, el 19 de junio de 1893. A partir de 1937 comienza a ser decorada, reforzada y dotada de imágenes e implementos. Lamentablemente, tuvo que ser demolida en 1946, por orden del gobierno de Mariano Ospina Pérez, luego de una visita oficial a Jericó, ya que presentaba hundimiento debido a filtraciones de agua.
Los primeros años del siglo XX, además de adelantos en todos los campos, trajeron consigo cambios de carácter político y territorial. El 05 de abril de 1905, después de la idea y los recursos del Padre Cadavid, se obtiene el privilegio para el montaje de una planta eléctrica, decretado por el Acuerdo 27 del 11 de junio de 1905. El 05 de abril de 1906, y gracias a los trabajos de montaje realizados por el electricista Daniel Salazar M., Jericó se convirtió en la primera población de Antioquia en contar con este servicio. “A las siete de la noche, el Templo estaba a reventar de gente, el Padre Cadavid mueve el interruptor y el lugar se llena de resplandor a causa de las 80 bombillas instaladas; hay emoción, admiración y lágrimas; en medio de dicha ceremonia se da acción de gracias al Altísimo, y la gente estalla en gritos alegres y alabanzas a Dios, a la Virgen de las Mercedes y a Jericó”.
Tres años más tarde, durante el gobierno del general Rafael Reyes, se produce un significativo cambio en la división territorial del país, con la creación de 34 departamentos, en reemplazo de los nueve que existían. El 28 de agosto de 1908, con la llegada del gobernador Nicanor Restrepo Giraldo, Jericó se convierte jurídicamente en la capital del departamento del mismo nombre. Considerado como uno de los más importantes, contaba con una población superior a 150.000 habitantes, y lo integraban los municipios de Amagá, Andes, Angelópolis, Armenia, Caramanta, Carmen de Atrato, Concordia, Fredonia, Heliconia, Jardín, Jericó, Salgar, Támesis, Titiribí y Valparaíso, y además hacían parte corregimientos, que debido a su población y riqueza pronto serían municipios: Pueblorrico, Venecia y Betania.
Para 1910, su aspecto urbano presentaba seis carreras, once calles empedradas y más de 250 casas, numerosos edificios públicos y privados, diferentes centros dedicados al comercio, entre los cuales cabe mencionar sastrerías, tiendas, barberías, cafés, zapaterías, fábricas de jabón y cigarrillos, así como boticas y cantinas. A partir de este año comienza una nueva época de gloria y de progreso, y se puede decir que en cada década del siglo XX ocurrieron eventos o acontecimientos de gran significado para la población, que hoy conforman una historia contada con orgullo.
En la segunda década del siglo XX se produce la llegada de la escultura de la Virgen de las Mercedes, traída desde Barcelona, que a partir de ese momento tendrá un profundo efecto en la vida religiosa y espiritual de la comunidad. En 1914, justo en el momento en que se iniciaba la Primera Guerra Mundial, en Jericó los misioneros claretianos fundaban su casa, se celebraban los I Juegos Florales, un certamen único en Colombia, y en 1915, el mismo año de la fundación del Orfanato San José y de los monasterios de Santa Clara y La Visitación, por la Bula Pontificia Universi Dominici Gregis, del papa Benedicto XV, se estableció la Diócesis de Jericó, que integraba gran parte de los municipios del suroeste, y se convirtió en la tercera en Antioquia en obtener esa categoría eclesiástica.
Luego, en 1917, vendrían la fundación del Seminario de los Padres Eudistas, del Colegio de María, y la inauguración de la capilla de la Visitación. En la década de los veinte, con la asignación de nombres a las calles, como carrera Santamaría, calle del Corazón de María, calle de Boyacá, carrera de Caldas, carrera de Bolívar, carrera de Rodríguez, carrera de Girardot, carrera de Ospina, calle de Rivas, calle de Miranda, calle de Nariño, calle de Sucre y calle Páez, se hace evidente el deseo de la población de rendir homenaje a los fundadores y a los próceres de la independencia, y se inaugura el parque de Los Fundadores, con los bustos de don Santiago Santamaría y el padre Cadavid, como tributo del pueblo de Jericó. También se abre al culto religioso la hermosa iglesia de San Francisco, conocida cariñosamente como “La Pollita”.
En 1923 se adquiere la imprenta diocesana “La Merced”, que contribuyó notablemente al nacimiento e impulso del periodismo en Jericó y en la región. Un año después renace el Colegio San José, que se ubicó de inmediato como uno de los mejores del suroeste, y llega el primer automóvil, un Ford T, desarmado y a lomo de mula. Para el final de la década se inaugura, en El Morro, la estatua de Cristo Rey, obra del escultor Francisco Agudelo, y se abre al público, con el nombre del fundador, el Teatro Municipal, que será a partir de ese momento un nuevo centro para el florecimiento de la cultura jericoana.
Jericó es, sin lugar a dudas, cuna de grandes industrias colombianas: la chocolatería de don Pepe Suárez influyó en el nacimiento de la “Compañía Nacional de Chocolates”; igualmente, la talabartería de don Jesús Mesa Caballero, una vez trasladada a Medellín, dio origen a la empresa "Mesacé". La Compañía de Tejidos Jericó, también reubicada en la capital, incrementó la producción de Fabricato y engendró la notable textilera “Coltejer”. Del mismo modo, otros establecimientos jericoanos, como cigarrerías, fábricas de jabones, gaseosas y cervezas, impulsaron importantes fábricas reconocidas en el país.
Dentro de los personajes oriundos de Jericó que han tenido gran trascendencia, es importante destacar a Jesusita Vallejo de Mora, José María Ospina, Julio Toro, Darío Lemus, Luís Fernando Peláez, Héctor Abad Gómez, Dolly Mejía, José Restrepo Jaramillo y Raúl Mesa, y especialmente a Laura Montoya Upegui, la primera santa colombiana, quien fue elevada a la dignidad de beata el 25 de abril del 2004, y el 12 de mayo del 2013 Jericó vivió la gran fiesta religiosa que se celebró con motivo de su canonización, que la convirtió en la primera santa del país. En síntesis, santos, políticos, escritores, y artistas hacen de este suelo, un lugar único.
Es apenas natural que un pueblo con todas estas características y particularidades, dueño de una historia magna y egregia, sea símbolo de Antioquia y Colombia. Jericó, tierra promisoria, sagrada y culta, vitrina viva de la antioqueñidad.