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MONASTERIO DE SANTA CLARA, 100 AÑOS DE FECUNDA LABOR AL  SERVICIO DE JERICÓ 

 

Por: Nelson Augusto Restrepo Restrepo 

puntonel@hotmail.com 

 

El nombre proviene de su Fundadora Santa Clara de Asís quien sembrara esta semilla en 1212, su vocación contemplativa se arraíza en el sentido que cobra el silencio, la soledad y la oración profunda; la misma que ampara a este pueblo, a la Diócesis y al mundo entero seguramente de muchas más tragedias y dificultades de las que normalmente vivimos, pues esta comunidad que vive en el enclaustramiento pasa muchas horas del día en el recogimiento insondable que solo una verdadera vocación mística permite hacerlo.  

 

El rezo y las súplicas por la vida exterior, se convierte en ese alimento espiritual para Ellas, el mismo que les alienta y conforta; basta solo con transitar en frente del edificio que ocupan o ingresar hasta donde terminan las escalas para verse atendido detrás de la rejilla de la ventana por una de las Hermanas o ingresar al bello templo de Santa Clara, para comprender que esa paz interior se respira y se absorbe; la dulzura y delicadeza de las Hermanas externas y la calidez de las internas cuando se les visita en ese espacio llamado locutorio, es una experiencia de vida que deja alegre el espíritu y permite comprender la grandeza e importancia del lugar y de sus dignas habitantes, (14 actualmente). 

 

Sus manos han servido para bordar hermosos trabajos en tela y otros materiales, fabricar reliquias y escapularios, finas, delicadas y deliciosas galletas, vinos que han ganado fama por su sabor insuperable, además de otras delicias cuyas recetas son tan íntimas como su vida misma; el canto y la pintura, enriquecen a su vez la vida cultural de esta Jericó privilegiada de su presencia. 

 

Antecedentes históricos: 

La orden de fundar la Casa en Jericó se llevó a cabo en Pamplona Norte de Santander, gracias al empeño del Padre Álvaro Obdulio Naranjo quien ejercía su ministerio en este pueblo y que gestionó y motivó la llegada de esta extraordinaria comunidad a la ciudad, el mismo año en que se había erigido la Diócesis de Jericó. Así pues, cinco Hermanas precursoras llegaron el 24 de junio de 1915 para iniciar esta fundación que inició en la casa esquina de la calle séptima con carrera segunda (Hoy casa de la familia Holguín); luego pasaron a la carrera sexta con calle sexta, donde se erguían cuatro imponentes casonas que hoy el modernismo reclama (actualmente bodegas del Comité de Cafeteros), y donde había iniciado el Colegio de los Hermanos Cristianos de La Salle. Llegaron pues la MADRE MARÍA SUSANA DE LOS SAGRADOS CORAZONES, como Abadesa, MADRE MARÍA FRANCISCA, MADRE MARÍA INÉS, MADRE MARÍA ELENA y MADRE MARÍA CATALINA. En el año de 1932 se trasladaron al Monasterio en construcción en el lugar denominado “La Manga” terreno donado por el Padre Ramón N. Cadavid, situado en la carrera tercera entre calles novena y décima, dirección a El Volga, inaugurado en su totalidad el 12 de junio de 1936 y que tuviera que demolerse  años más tarde debido a fallas ecológicas y deslizamientos que arruinaron la estructura, esta circunstancia obligó a un traslado provisional a Palermo (Támesis) durante cinco años, tiempo que tomó la construcción del nuevo Monasterio en la calle primera sector de el Cementerio. Las primeras jóvenes en ingresar a este convento, eran estudiantes del Colegio de la Presentación y que al profesar tomaron los nombres de Sor María de la Inmaculada y Sor María Obdulia (Sobrina del Padre Naranjo). 

 

En 1944, la Comunidad retorna nuevamente a Jericó, a la finca llamada “La Ubaldina”, propiedad de Monseñor Álvaro Obdulio Naranjo; mientras avanzaban los trabajos del nuevo Monasterio y para dichos trabajos, contaban con la generosa donación hecha por los señores don Ruperto y Manuel Uribe. Es de anotar que todas estas obras se han realizado debido a la gran generosidad del pueblo jericoano y al trabajo mismo de las religiosas. 

         

El 10 de febrero de 1946, la Comunidad se trasladó al actual al Monasterio, construido expresamente para ellas, todavía sin concluir, pero habitable para  vivir su sencilla vida claustral. En 1961 el Monasterio queda seriamente averiado por un fuerte temblor y de inmediato se inicia la reconstrucción sin necesidad de desocuparlo. Se empezaron a recoger algunos fondos y con las donaciones de benefactores se empezó a remediar la nueva dificultad que se logró a base de sacrificios y además se puso al servicio de Jericó una espaciosa y bella Capilla. 

 

Han sido Abadesas del Monasterio de Jericó: Madre María Susana de los Sagrados Corazones quién gobierna la Comunidad durante 30 años, 1915- 1945, Abadesa, Madre María Francisca del Niño Jesús (1945- 1948), Abadesa, Madre María Magdalena del Calvario (1948–1951), Abadesa, Madre María del Sagrario (1951-1957), (1963-1969) (1972-1980), Abadesa, Madre María Susana (1957-1960), (1969-1972), Abadesa, Madre María Lucía de las Cinco Llagas (1960-1963) (1980-1983), Abadesa Madre María Belén (1983-1986), Abadesa Madre María Imelda (1986-1992), (2001-2004), (2007-2010), Abadesa Madre María Celina (1992-1995), Abadesa Madre Teresita (1995-2001), Abadesa Madre María Regina (2004-2007), (2010-2013) y hoy lo rige la Abadesa Madre Nidia del Socorro (2013-2015), mujeres rebosadas de bondad, de misticismo, de humanidad… La Madre Nidia siente con ardor religioso su religiosidad, elocuente, dulce, sapiente y cuya mente abierta permite que desde este hermoso y recogido lugar la vida monástica trascienda. 

 

Cuando alguien se atrevió a denominar al Monasterio de Las Clarisas como “El pararrayos de Jericó” no estaba errado, en consecuencia este santo lugar ha sido pilar fundamental del crecimiento espiritual de nuestra ciudad e históricamente ha significado luz para Jericó, lo sentimos como una institución que acrecienta la riqueza religiosa, cultural, patrimonial y humana de esta tierra bendita cuna de la única santa colombiana y valoramos a las Hermanas que le han servido de innumerables maneras a esta comunidad suroestana. 

 

La fiesta centenaria se celebra en medio de la sencillez que caracteriza a esta auténtica comunidad, pero con el lujo de detalles que un acontecimiento de este talante lo amerita. El día 24 de junio a las 3:00 pm se celebrará la Santa Misa que preside el Obispo Diocesano, llegarán religiosas de otras casas y latitudes y el pueblo de Jericó estará unido a esta fecha significativa para la ciudad que las quiere y las ha sabido acompañar durante este primer siglo de vida. Actos religiosos internos, les permitirá unirse en oración para agradecer a Dios por este largo tiempo de entrega y trabajo auténtico en torno de la espiritualidad que acerca al Cielo y a su vez sana el alma de los afligidos. 

 

El Centro de Historia registrará el acontecimiento, hará una atención especial a la comunidad y descubrirá una placa conmemorativa que en adelante dará cuenta de este día de gloria para la Iglesia y para Jericó que se ufana de tener a las Clarisas en permanente actividad religiosa,  cultural y social dándole brillo y lustre diariamente. Jericó necesita por siempre de la presencia beatífica de esta comunidad querida y admirada por todos. 

 

“El silencio del Monasterio no es silencio, es un concierto sublime que el mundo no comprende; es ese silencio que dice: No hagas ruido que estoy hablando con Dios. Es el silencio del que se calla para que las palabras no interrumpan el diálogo con Dios…”. 

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